En
el último acto de cualquier espectáculo, la máscara yace en el suelo; humillada a mitad del escenario, ante los ojos
del público espectador que recordará esta imagen para ejemplo de las
generaciones venideras…
CICERON
Por Luis De Llano Macedo/ Reportaje.
Nací atrapado entre dos siglos y bajo la influencia cósmica
de la era de la cultura de la información masiva, la globalización, la
velocidad informática, la música, y sobre todo, el mundo del espectáculo… pero
comencemos por el principio: ¿qué es el espectáculo?
En casi todos los diccionarios, la palabra “espectáculo” se
define como un acto público, atractivo, que se ofrece a la vista con el fin de
divertir, asombrar, causar dolor u otros efectos.
Puede darse en cualquier lugar en el que se concentre gente
para presenciarlo, como un teatro, un circo, una plaza de toros, un estadio o a través de cualquier medio de
comunicación que convoque a un grupo de gentes, quienes así se convierten en espectadores.
Pero para definir, el por qué y el para qué del espectáculo,
no tenemos que acudir al diccionario o a la etimología: para encontrar la razón del espectáculo, es imprescindible profundizar en la naturaleza biológica del “ mono desnudo “ remontarse
hasta los orígenes y entender las expectativas, satisfactores e impulsos
genéticos de aquel primer ser
humano , -cuya curiosidad , audacia y capacidad de asombro, lo llevaron
a bajar del árbol, erguir el cuerpo
y observar por sí mismo el espectáculo de
su entorno natural.
Aquel “mono desnudo“ que se aventuró a bajar del árbol, fue
el primer espectador, a nivel de cancha, en primera fila - o como quien dice, en función de estreno -, de las maravillas de la naturaleza que lo rodeaban; y una vez que logró que sus congéneres
imitaran su actitud y bajaran del árbol,
este primer comunicólogo dio “un
paso pequeño para el hombre, pero inmenso
para la humanidad “.
En torno a la luz de una fogata reunió a sus congéneres
tribales para compartir con ellos su experiencia personal, iniciando la
evolución del primate al homo sapiens y del homo sapiens al homo videns; y de la sociedad tribal hacia la sociedad de
la información…
Alrededor de la luz de esta
fogata, nació la primera imagen lejana o tele-visión: esa mágica llama
que logró unir a los hombres y a sus
familias contando historias distantes, alabando héroes, compartiendo
miedos comunes… allí alrededor de la fogata nació la noción de SER HUMANO, y allí también imploramos por primera vez a la
imagen terrenal que representaba a Quetzalcoatl - Jesucristo –Siddharta –
Bochica – Odìn - Afrit – Shiva – Zeuz –
Ra su intervención milagrosa y divina para cuidarnos y protegernos de todo lo que temíamos ( y tememos ) o escapaba (
y sigue escapando ) a nuestra
comprensión, experimentación y aplicación del método científico para comprender
los misteriosos fenómenos de la Matria Universal, nuestra implacable,
caprichosa y vengativa madre naturaleza …
Las pinturas-papíros-códices-monolitos mexicas, mayas y
olmecas eternizaron la llama de esa imagen lejana o tele-visión en la
era precolombina, dando a nuestros
ancestros el orgullo de crear una de las culturas más destacadas de la
antigüedad: un legado cuya riqueza es invaluable y pertenece a toda la
humanidad, pero particularmente a todos nosotros, los mexicanos.
Esta riqueza es vínculo y base de nuestra identidad
cultural: es nuestra obligación mantenerla viva y presente, estudiarla,
preservarla y sobre todo comprenderla en toda su diversidad y pluralidad.
Pero regresando a la imagen lejana o tele-visión, en la
historia del hombre llegaría el tiempo
de los juglares, de los primeros
comunicólogos masivos, quienes llevaron esas imágenes muy lejos, a otros
pueblos, otros reinos y otros continentes
culturales que nos conquistaron.
Una conquista mutua que permitió que a través de la palabra
impresa se transmitiera la imagen de costumbres que desgraciadamente no
alcanzaron, ( y quizás aún no alcanzamos)
a entender en toda su profundidad y trascendencia.
Más tarde, la tele-visión o imagen lejana fue impresa en
palabras e idiomas que brotaron de la Torre de Babel... Los libros tuvieron y tienen la palabra, y los hombres encontramos en las
imágenes impresas en letras, una
primera forma de arte, de instrumento de
comunicación, de artificio de la conquista cultural:
La palabra impresa es así arte, arma, artificio, prospectiva
y eternidad.
Un pueblo puede tener las armas más temibles del planeta,
pero si no tiene escritores, lectores y tradición literaria, está predestinado
al fracaso.
Por que un pueblo sin memoria escrita está en peligro de
repetir sus errores una y otra vez, y su
presencia histórica es comparable a la de un barco que navega de noche, hacia
la oscuridad y el olvido.
HABLANDO DE
TELEVISION, HAY QUE LEER
Parece contradictorio , pero hablando de televisión, hay
que leer... la literatura, esa primera forma de comunicación masiva, ha
demostrado su poderío: su permanencia es básica en todos los tiempos, y en la
actualidad sigue siendo la máxima forma de llevar el universo de nuestra
cultura planetaria, al mundo personal de quienes tienen la costumbre de leer,
comprender y transmitir los miles de años que en la tradición escrita están
esperando ser descubiertos y redescubiertos por los lectores que se agrupan
alrededor de la llama incitante de
esta fogata.
Sin embargo, conforme los seres humanos fuimos
evolucionando, nuestra capacidad perceptiva también fue transformándose. En la
pintura, la escultura y todas las artes escénicas, como el teatro y la
danza, se acuñó la idea de que una
imagen equivale a mil palabras, y a punto de alcanzarnos el siglo XX, la
electricidad, el telégrafo, el fonógrafo, el teléfono, la fotografía y el cine permitieron llevar
esas voces e imágenes a distancias sin límite y a públicos insólitos.
Transmitir esas imágenes instantáneas, a 24 cuadros por
segundo, se convirtió en arte y escucharnos y vernos a distancia fue una necesidad y la familia se
agrupo una vez alrededor de la luz de
una nueva fogata que ahora emanaba
de la pantalla de plata.
México es orgullosamente, un país cinematográfico, y la historia del cine en nuestro país es un
relato de luz y oscuridad, de lucha y pasión que hoy esta generando un nueva
época del cine, en donde los jóvenes son
los actores principales, al frente y detrás de las cámaras.
El siglo XX redujo las distancias geográficas y las
fronteras de la percepción. El primer medio de comunicación masiva de alcance popular cambió la forma de
interacción entre los seres humanos.
La tecnología electrónica, los parámetros de la
popularidad, la moda, los íconos del estrellato, la publicidad y los géneros
comerciales, culturales y políticos asociados con la comunicación masiva,
tuvieron en la radiodifusión su primer campo de experimentación.
Conforme avanzó la primera mitad del siglo XX, en cada casa se añadió un nuevo elemento
familiar de vinculación: el radio y la radio: la mágica llama que unía a la
familia en torno a un aparato de radio,
hizo de nuevo su aparición en un formato
que impactaba auditivamente al espectador, cuya pantalla visual se traslado a
los ámbitos de la mente, desarrollando
la imaginación.
Así en cada casa hubo un radio y alrededor de su llama, la
familia se volvió a reunir, y su influencia fue trascendental, no solo en el
cambio de sus costumbres, sino en la semilla que germinó en nuevas formas de
pensamiento.
FRACTURA DIGITAL,
NIÑOS ELECTRONICOS Y MEGATENDENCIAS
MEDIATICAS EN EL NUEVO MILENIO
La primera muestra de la Fractura Tecnológica estuvo en la
radio: cada segmento de la sociedad se vio identificada con un tipo de
programa, de emisora, de estilo musical y de producto comercial.
La moda y la música se vieron impulsadas por esta explosión
de identidades plurales; los medios
masivos, los capitanes de las industrias mediáticas y los publicistas crearon
estrategias particulares para llegar e
impactar a los diferentes públicos pasivos, cautivos y potenciales que la radio
logró exponer.
En México, la radio trascendió en la creación de una fuerte
industria discográfica. Gracias a la radio, los primeros héroes populares de la
música mexicana comenzaron a invadir el mercado hispano-parlante, dándonos la
oportunidad de trascender e internacionalizar nuestros productos musicales.
Los boleros, las rancheras, los mambos, las canciones
infantiles y las baladas fueron llevadas
por vez primera hacia miles de hogares y
millones de personas, a través de la XEW, LA VOZ DE LA AMERICA LATINA DESDE
MEXICO: La radiodifusora que también generó las primeras radionovelas: la
fusión del teatro, la literatura y la música significo la base de la
telenovela: un producto orgullosamente mexicano, cuya piedra angular ha sido LA
W, TELESISTEMA MEXICANOS Y TELEVISA.
“REALIDAD = A
VERSION X T.V.”
A mitad del siglo de las luces nació la televisión:
entonces la familia se volvió a reunir
para experimentar vidas ajenas en la
imagen las personalidades que un actor
televisivo convirtió en una casta mitológica de iconos: héroes, antihéroes, sex-simbols y líderes de
opinión; junto a ellos, los
miembros de una familia compartieron miedos, trastocaron conciencias,
vieron romper y evolucionar esquemas sociales… pero sobre todo la familia
mexicana soñó, precisamente, juntos y en
familia …
Finalmente la materia de los sueños es la imaginación, o
como reza la epitome humanista de Shakespeare: “todo estamos hechos de polvo de
estrellas…”
La televisión cambio
todo, incluso la forma en que todo cambia, y cuatro décadas después, la
globalización fracturó de nueva cuenta a la familia por la vìa tecnológica: la
tendencia multimediática de la generación Y, vio morir a los grandes
monstruos del cine y la cultura pop vía satélite teniendo como escenario
las aldeas globales que surgieron a finales
del siglo XX.
En la actualidad, los hijos de esta generaciòn yuppie y
metrosexual ( young, urban,
profesional, people….), la generación Y (ahora convertida en generación milenio) pueden ver las imágenes a distancia de cientos de canales
televisivos, con tan solo operar un
control universal , accediendo así a un universo finito de posibilidades televisivas .
En el México de los 60, 70’s y 80’s las opciones televisivas giraban en torno a
Televisa “ la fabrica de sueños” , el lugar de nacimiento de la telenovela rosa .
Además de la oferta telenovelesca, los canales 5 y 9
proyectaban las series que universalizaron el “ american way
of life“ protagonizadas tanto por perros
, como caballos ( y hasta carcachas ) y por los héroes , superhéroes y anti-héroes
masculinos, femeninos y más tarde, también de alternancia transgénera .
Esa oferta televisiva se desgasto a finales de los noventa y en pos de nuevos públicos y mayor audiencia
la tendencia televisiva mundial degeneró en los
“talk shows”( producto norteamericano , pero prácticamente adoptado
para el televidente latino) , género amarillista en donde las situaciones humanas e inhumanas tuvieron
acción y reacción ; evolucionando a finales de siglo XX en el género de
proliferación màs rápida : los reality shows, producciones televisivas basadas
en situaciones básicamente sexuales: una feria de vanidades, ambiciones y deseos
que se asomaban al closet del espectador
.
Los reality shows aún son transmitidos regularmente y
además del placer voyerista implícito , ofrecen al espectador compartir la
ilusión adrenalínica de ganar premios millonarios y obtener así una fama por
demás efímera.
En pleno tercer milenio , la tendencia televisiva se perfila en la creación de un nuevo género : la televisión- verité, la televisión del tercer
milenio, la televisión personal e interactiva
one on one, en donde cada quien tendrá su propio programa de televisión
on-line por la red donde podrá ser visto
World Wide, o como dijera Andy Warho:
” En el futuro cada
quien tendrá sus 15 minutos de fama “
15 gigas de fama a las que tendremos derecho los
ciudadanos
televidentes de la era cuando el destino nos superó
CONVENCER PARA VENCER
Miles de años antes de que el término “sociedad de la
información “ o “mass-media“ fueran acuñados, el ser humano ya era un ente
espectador, un ser cautivo de la necesidad de transformar el ocio en
entretenimiento; y la comunicación en una herramienta cotidiana
que resultaría imprescindible en el proceso evolutivo de nuestra especie
.
El ser espectador, actor o creador de un espectáculo
es una característica genética del ser
humano: una característica que al paso
del tiempo dividió al hombre en dos categorías:
- El
ser común que se agrupa
para ver un espectáculo
reaccionando automáticamente ante su curiosidad.
- Y por otra
parte una clase de seres humanos a quien llamaremos“ “actores “, el tipo de
hombres que a través de la historia
mostraron el talento, la inteligencia, la audacia de crear espectáculos y conocieron y
disfrutaron del poder de agrupar a sus semejantes alrededor de sus
propios actos, captar su atención y generar así
una respuesta.
Apreciados, temidos, venerados o incomprendidos para su
época, los actores hicieron del espectáculo,
un modo sui generis de destacar ante el
común denominador.
El arte, la religión y la política surgieron de la labor escénica de estos
hombres “actores“; y el tronco común de estas actividades primordiales en
nuestra historia, está en la capacidad de generar un espectáculo y convencer al
público de la veracidad de un mensaje.
Es quizás por ello que diversión, diversidad y divergencia
son palabras que en cualquier diccionario ocupan la misma página y cuyos
conceptos están peligrosamente muy cercanos, los unos, de los otros.
En pleno tercer milenio, una vez que hemos digerido y
racionalizado los términos “globalización“ , “mediatización“, “postmodernismo“
y otros conceptos que definen la sociedad de nuestros días, - y ponen a temblar
a filósofos, sociólogos y humanistas-,
hay que entender por qué la evolución de la comunicación humana convirtió al
MEDIO EN MENSAJE: la causa y el
efecto que transformó a los poseedores de
los medios masivos en seres omnipotentes, omnipresentes,
ubicuos e intocables…
Mientras los medios pertenezcan a seres sin ética, una
inmensa mentira se puede convertir en una gran verdad; pero también una pequeña
verdad pueden ser una gran herramienta
de progreso, igualdad, libertad y evolución del género humano.
David Ogilvy, uno de los conceptualistas más importantes de
la publicidad en el siglo pasado, expresaba que para cualquier comunicador:
“El consumidor es
mas importante que el producto”
El producto puede crearse, modificarse, mejorarse o desaparecer,
pero el público consumidor permanece allí, generación tras generación, con
una memoria e imaginario colectivo
implacable que no acepta el engaño,
perdona el error o disculpa el fracaso...
El peor de los errores de un comunicador es el pensar que
el consumidor es tonto: los consumidores son nuestros padres, hermanos, hijos y
los hijos de nuestros hijos... Nuestra responsabilidad ante ellos es más
importante que nuestra responsabilidad ante el producto.
Este marco de referencia es conocido como “ética de la
comunicación”: en la actualidad, este termino esta adquiriendo una mayor
importancia, y mucha de la publicidad que hoy en día vemos por televisión no se
refiere a las bondades del producto,
sino que “vende” el porcentaje de ayuda,
que la compra de algún producto
proporciona...
Sin embargo , en una
era en donde la realidad está en
crisis se dice que el ser humano
multimedia del tercer milenio prefiere
la imagen al objeto , la copia al
original, la representación a la
realidad, y la apariencia al ser , la genética del ser humano es quizás lo único
que nos puede salvar del HOLOCAUSTO DE LA RAZÓN …
Las nuevas fronteras de la percepción, los nuevos lenguajes
televisivos y la ubicuidad de los medios electrónicos y virtuales nos están
deshumanizando. La avalancha de millones de imágenes a distancia nos están
haciendo insensibles. nos hace falta mirar más de cerca , hacia adentro de
nosotros mismos; ir en búsqueda de las imágenes cercanas de lo que significa
“ ser humanos“… antes de que el hombre
mismo sea la imagen a distancia de lo que pudo ser y murió sin ser: un ser
humano .
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