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El OrbiX, mis recuerdos del futuro Tercera Parte Bitácora del Autoexilio No. 8 por: Luis de Llano

 

Bitácora del Autoexilio

No. 8

 


 

El OrbiX, mis recuerdos del futuro

Tercera Parte

 

LUIS DE LLANO M. | 1º. DE JUNIO DE 2020

 

¡Four, three, two, one…! ¡Lift off…! Y por el azul del cielo, primero lentamente desde nuestra percepción terráquea, pero, poco a poco aumentando de velocidad y altura, el Cohete SpaceX con la nueva cápsula Crew Dragon se alejan de la base espacial y ascienden desde la plataforma de lanzamiento 39A del Centro Espacial Kennedy, el mismo lugar donde despegara hace ya ¡51 años! la Misión Apollo 11, aquella que llevó al hombre a la Luna.

 

Estas palabras, repetidas a través de nuestra historia, y las que tan solo quienes pertenecemos a la generación Baby Boomer hemos podido ver, escuchar y recordar cuando fueron transmitidas en vivo, me siguen emocionando, pues por unos cuantos minutos, los escasos momentos en que el cohete espacial pinta con su blanca estela el cielo y se dirige hacia el espacio exterior, nos contagiamos del nerviosismo planetario, pues no es la primera vez que este tipo de arriesgadas misiones terminan en un fatídico fracaso.

 

Pero esta vez no fue así y estos días del 2020, en los tiempos de la pandemia, podemos decir que una nueva era espacial se inicia y la esperanza de que hay un mañana para esta humanidad, más allá de esta tercera roca del sistema solar, es posible.

 

Por lo pronto, la idea de que el “Turismo Espacial” ya se acerca,  tal y como lo declaró Elon Musk, director de Space X, socio de la Nasa y de la compañía Space Adventures, ya están anunciando la posibilidad de que para el año que entra se envíen cuatro clientes privados a un viaje de turismo espacial de 5 días con destino a la Estación Espacial Internacional. Por supuesto, los boletos del paquete “volaron” y ha trascendido que ya hay una larga fila de multimillonarios que desean seguir el ejemplo de Dennis Tito, fundador de la compañía financiera Wilshire Associates y Guy Laliberté, dueño del Cirque Du Soleil, quienes ya hicieron realidad su sueño de viajar “hacia el infinito y más allá” experimentando la gravedad cero.

 

Todo esto me hace recordar una vez más mi libro “El OrbiX”, en el cual dedico dos capítulos al tema espacial: el primero para narrar el lanzamiento del Sputnik 2 desde el Cosmódromo de Baikonur de Laika, la perrita heroína de la carrera espacial; y el segundo para acompañar de manera virtual al famoso científico Stephen Hawking en el último vuelo de este genial hombre de las estrellas.

 

Y aquí es donde retomo la narrativa de mi libro y como relato en sus páginas me fascina viajar y el turismo ha sido mi pasión; y es precisamente este gusto por los viajes y la aventura lo que ha llevado a celebrar ese 9 de junio del año 2045 (dentro de 25 años en los tiempos de El OrbiX), mis primeros cien años de vida. En este punto, la ciencia ficción con base en la tecnología poco a poco se comienza a transformar en escenarios de una actualidad que siempre nos sigue sorprendiendo. 

 

En mi primer artículo de esta serie dedicada a El OrbiX amanecí aquel día de mi cumpleaños, y muy temprano con una pequeña maleta en la mano me dispuse a realizar el viaje de mi vida, me subí a un taxi autobot recorrí por el aereoférico de la Gran Tech-noxtitlan hacia el Hyper Inlet Park de la nueva zona comercial del Future City Land del territorio autónomo de Santa Fe.

 

En este punto de la narrativa  donde comienzan los paralelismos entre mi futuro imaginado y el tiempo post pandémico de esta nueva realidad que ahora nos está impactando.

 

Según Richard Sennett, sociólogo estadounidense y profesor en la London School of Economics: “La pandemia plantea a los urbanistas el reto de repensar la arquitectura de la densidad. La densidad es la lógica de las ciudades; la concentración de actividades estimula la actividad económica, por ejemplo, con el efecto aglomeración. La concentración de población es un buen principio ecológico para hacer frente al cambio climático, al ahorrar recursos infraestructurales”.

 

Esta prospectiva del sociólogo estadounidense coincide con mi perspectiva de un futuro que está a punto de impactarnos, y sucede en dos vertientes, pues en El Orbix describo la creación de un territorio asociado o estado “paraíso” ubicado en la Neo California, espacio con corredores industriales al estilo Silicon Valley áreas residenciales con reminiscencias del Júpiter Island de Palm Beach en donde solo pueden ir a vivir las personas y las familias que cumplen con las más estrictas normas de excelencia fisiológica y psicológica y que cumplan con una serie de candados, y por supuesto, la excelencia sanitaria será una de ellas.

 

La otra vertiente esta en la construcción de grandes paraísos urbánicos, como el Hyper Inlet Park a donde ahora me dispongo a ingresar en mi narración imaginaria. Según mi visión futurista, aunque el e-shopping y el e-living son las grandes modalidades del tercer milenio, la tendencia de visitar y vivir en impactantes espacios comerciales y comunitarios no ha logrado superar la costumbre tan arraigada en la sociedad moderna de experimentar de manera directa y presencial de realizar todas las actividades humanas: Tocar, socializar y comprar es una costumbre casi religiosa que cualquier persona o familia necesita realizar en algún momento como una acción  lúdica  que contrarresta la claustrofobia y el aburrimiento (dos fenómenos que ahora crecen exponencialmente por el aislamiento pandémico).

 


 

El Hyper Inlet Park de mi historia es un conglomerado de rascacielos y megaplazas “all inclusive” que ha evolucionado el concepto de plaza outlet que suma la experiencia táctil y presencial a la plataforma tecnológica. Bajo este concepto, al entrar a este espacio completamente automatizado a través de una amplia área de recepción, en una serie de torniquetes con lectores ópticos te reciben para confirmar tu identidad retinal,  tu historial y necesidades de compras y tus particularidades bioeconómicas, lo cual incluye también tu estado anímico del momento. De esta manera, tu personalidad y capacidad  crediticia es analizada, direccionada a través de un algoritmo y la infoesfera te proporciona un itinerario óptimo que solucionara tu estancia en el Inlet Park.

 

Sin embargo, como visitante tengo la opción de recorrer libremente cualquier espacio del Parque Comercial, Residencial y Empresarial y a lo lejos puedo apreciar un conjunto de edificios, áreas de dispersión, puentes y túneles organizados perfectamente en diversos bloques de construcciones simétricas diferenciadas por colores y estilos donde hay locales comerciales de todo tipo, país y región del sistema solar, con atractivos parques de diversión temáticos y estadios esféricos virtuales en donde se practican los nuevos deportes como el smartball, quimbox, aerocesto, hypnoapnea y el catenaccio digital, en donde lo curioso es que los grandes ídolos del deporte no todos son humanos, sino robots o creaciones digitales avatares de los héroes del deporte.

 

Aunque mi relato sucede dentro de 25 años, la tendencia para el próximo año y tras la postergación de las olimpiadas de Tokio y la mayor parte de los grandes torneos de los deportes más populares,  la necesidad de una nueva forma de realizar eventos deportivos masivos se hace cada vez más patente. Al respecto, el antropólogo Jordi Brescó, autor de “Rivalidades Crónicas" ha expresado que: “Lo del 'pan y el circo' se llevará al extremo y la presencia o no de aficionados dentro del estadio abre la posibilidad de que  jugar a puerta cerrada  o en espacios virtuales. Una situación como la que estamos viviendo tendría que conllevar una reflexión profunda sobre los modelos deportivos que nos rigen. Lo que sí es una realidad, es que cuando todo esto acabe habrá unas ganas tan locas de diversión que la necesidad de disfrutar de competencias deportivas se verán multiplicadas. Allí es donde la robótica y lo digital entrarán en juego”.

 

Pero continuando con mi relato, mientras subo hasta el piso 231 de la torre donde se encuentra la Agencia de Viajes Inmersivos  que me llevará como turista virtual de la historia para celebrar mi centenario de vida, me llama mucho la atención el tipo de diseño arquitectónico y de ingeniería que predomina en todas las megaconstrucciones del Inlet Park.

 

La tendencia es la eficiencia y la sustentabilidad. En las estructuras metálicas forradas de cristales que puedo observar,  los ángulos de construcción no son rectos sino curveados para darle un sentido de velocidad, continuidad y movimiento giratorio al  nuevo diseño contemporáneo estructural y también al aspecto ergonómico de los interiores.

 

En esta nueva simbiosis entre la arquitectura, la tecnología y lo ecológico tiene su mejor expresión en este imaginario Inlet Park de Santa Fe,  y mientras sigo subiendo por el ascensor puedo ver en perfecta simetría torres habitacionales, edificios de oficinas corporativas de las más importantes firmas de negocios, tecnologías y sistemas, así como terrazas, azoteas, cúpulas, plataformas de los centenares de drones y autocabs que veo volar por el espacio interior del complejo.

 

Desde aquí puedo disfrutar de una vista impresionante de canales, espejos acuáticos y piscinas flotantes, hay parques y bosques interiores. Observo puentes casi hipnóticos, paneles transparentes de fachadas led donde se proyectan anuncios con campañas de realidad virtual y móviles en 4D.

 

Los diseños biomecánicos me hacen recordar el arte de H.R. Gigger y los arquitectos e ingenieros vanguardistas Anish Kapoor, Oscar Niemeyer o Frank Lloyd.

 

Lo más destacado de esta nueva arquitectura del paisaje es que los paisajes urbanos de esta nueva era están dando un sentido orgánico a la tecnología y es muy común apreciar dispositivos que proveen energía verde en una especie de hibridación entre la naturaleza y los sistemas inteligentes de creación humana.

 

Pero regresando al 2020 y los efectos de la pandemia en los entornos urbanos, en un reciente reportaje de la revista Architectural Digest, Juan Herreros, reconocido arquitecto y catedrático universitario comenta que: “Esta situación que estamos viviendo generará cambios en el espacio público y abrirá la oportunidad de regenerar nuestras ciudades y que, tanto la sociedad como los arquitectos, empecemos a pensar en los espacios de una forma más flexible” y expresa que esta emergencia sanitaria también se va a conectar con los retos medioambientales: "Así como hace años no teníamos en cuenta criterios de sostenibilidad que ya forman parte de nuestro presente, ahora tendremos en cuenta criterios de calidad biológica en nuestras ciudades y de calidad del aire", y concluye diciendo que: "Las circunstancias que estamos viviendo son una visibilización de la globalización en la que vivimos, de la hiper conexión y la hiper movilidad que será casi omnipresente en el planeta".

 

Pero siguiendo con mi relato, finalmente llego a la Agencia de Viajes Inmersivos y aquí quiero nuevamente comentarles que este tipo de operadores turísticos surgieron en el año 2025 debido a dos circunstancia: La primera es que unos cuantos años antes la jornada laboral se redujo a menos de 20 horas por semana (¡ups!, aquí comienza mi predicción) y a partir de entonces y gracias a la homologación universal de las remuneraciones por servicios profesionales (que ojalá algún día suceda) y la creciente tendencia al home office, el ocio y el tiempo libre se multiplicaron, y con ello el turismo; lo cual dio como resultado que el viajar  por placer se  convirtiera en fenómeno universal y con ello los destinos se vieron invadidos, primero, y más tarde se dio la saturación y restricción de acceso a los sitios más visitados por el turista común y corriente.

 

La solución vino con el desarrollo de la tecnología Panoptikón Orbix que permite la conversión de objetos físicos a data zettabyte, abriendo el espacio a la conectónica (conectividad virtual electrónica) y así se crea la oferta de la aplicación panóptica de viajes virtuales (como los de Star Trek) en un principio aprobados para el uso industrial y más tarde para aplicaciones médicas; pero la “joya de la corona” resulto ser el turismo virtual o turismo inmóvil, que sustituyó al turismo itinerante.

 

En mi relato les comento que desde hace algún tiempo he sido un viajero frecuente y cliente asiduo de la franquicia nacional de esta Agencia de Viajes, y al cruzar las puertas de este negocio ya me espera una amable edecán que viste un ajustado uniforme en donde se proyectan los colores y logotipos de la marca Panóptika. Ambos son muy atractivos, y me refiero tanto a la edecán como a los anuncios, pero ambos son producto de la tecnología, pues como sucede en estos tiempos, son creaciones virtuales que obedecen a mi propia imaginación interpretada por el algoritmo de la infoesfera que se esmera en hacerme sentir bien y por supuesto, concretar con éxito una experiencia comercial y  turística. Aún  así, se agradece el detalle.

 

Lo que me sigue pareciendo un poco extraño, pues mi pudor nacido en el siglo XX aún no se acostumbra, es que una vez que la guapa edecán me acompaña a los cubículos de atención al viajero, me pide que me desvista y me ponga sobre mi tímida y algo nerviosa desnudez, el maillot de spandex hecho con un polímero háptico y que  calce unas sandalias transparentes con terminales de tipo nodal.

 

Sin el menor gesto, y adivinando mi pudor, la edecán de nombre Anette se da la vuelta y yo me cambio de ropa rápidamente… con la  misma velocidad que lo hace un adolescente en los vestidores de cualquier alberca de una escuela secundaria. ¡Ups! en esta era cada vez es más un lujo la intimidad…

 

Por supuesto, finjo aplomo y aunque mi rostro algo enrojecido me delata, Anette me pregunta aún de espaldas: “¿Listo, Sr. De Llano?”, y yo contesto que sí.

 

Acto seguido, nos dirigimos a realizar el sencillo procedimiento de mapeo corporal y mientras caminamos al minilab no puedo dejar de recordar vagamente aquellos días en que ir rumbo al laboratorio vestido con una bata, significaba que estabas a punto de ser analizado por la ciencia, y eso podía significar que te podían detectar algún a enfermedad… y entonces estabas, como quien dice, a merced del destino y la interpretación clínica.

 

En estos días del año 2045 cuando sucede mi relato, con los avances de la biotecnología la medicina es más bien un proceso cosmético y ya hay cura o refacción para cualquier órgano dañado; sin embargo como buen nativo del siglo pasado, las huellas emocionales de aquellos tiempos siguen presentes en mi subconsciente.

 

Por fín llego al minilab frente a un aparato en forma de esfera en donde se me invita a pararme sobre su  plataforma giratoria, y ahí otro asistente técnico robotizado opera una especie de terminal de radar con la cual mi identidad corpórea, mi data cerebral y mis particularidades emocionales son recuperadas en un formato digital para ser más tarde cargadas al sistema panóptico de El Orbix.

 

Al terminar, me cambio de ropa, y Anette, siempre amable, pero adivinando mi estado me dice: “Eso es todo por el momento Sr. De Llano, sé que está en ayunas y como ya pasan de las doce del día, le recomiendo que vaya a comer algo, pues dentro de una hora comenzará su viaje virtual. Le recomiendo que para el mejor desempeño corpóreo y una mejor experiencia cuántica ingiera una buena porción de alimentos pero que sean lo más parecido al fit food y los zumos orgánicos. Acá lo esperamos dentro de una hora y por supuesto, a nombre de la Agencia y de nuestro staff, le deseamos que siga celebrando un cumpleaños muy feliz, y por disposición oficial todo lo que consume o compre hoy y por ser su primer centenario de vida es absolutamente gratuito”.

 

Y así con una gran sonrisa mecánica de parte de Anette y una gran sonrisa “orgánica” de mi parte me dirijo hacia la terraza de restaurantes del Inlet Park, mientras voy pensando aquel viejo dicho español que alguna vez escuché en boca de uno de los amigos de mi padre, algo que decía más o menos así: “¡Joder Luis, si llegas a centenario no saques la bota de diario, pues festejar tanta vida sin el mejor vino, la hará valer menos que un comino¡”

 

No puedo evitar soltar una fuerte carcajada y aunque algunos humanos y robots que caminan cerca de mí voltean a verme de reojo, la verdad es que al estar todo interconectado, es muy posible que telepáticamente, alguien me haya contado un chiste, y así ese acceso de risa, pasa desapercibido.

 

Y aquí es donde concluye este capítulo de El Orbix de hoy, y les comento que el próximo se los enviaré el próximo martes y no el lunes... ¿la razón de esto?, pues muy sencillo: El próximo martes es 9 de junio, día de mi cumpleaños y qué mejor momento para platicarles de mi viaje virtual y de la fiesta con la que finaliza El Orbix, que con esta tarjeta de invitación virtual que les envío por medio de esta Bítacora del Autoexilio.

 

Hasta entonces y feliz semana.

 

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