¡El dinero o la vida…! El dilema profesional después del 2020. Quinto Elemento No. 17 por Luis de Llano

 

 

Quinto Elemento

No. 17

 

por Luis de Llano Macedo

 

 

¡El dinero o la vida…!

 

El dilema profesional después del 2020.  

 

12 DE OCTUBRE DE 2020

 

Un antiguo dicho popular español dice que “de casta le viene al galgo el tener el rabo largo”, y esto traducido a nuestra actualidad significa que el talento viene de familia, y es más fácil y usual que los hijos hereden de sus padres las aficiones y las profesiones; y todo esto genere dinastías en donde el apellido dé continuidad a una trayectoria familiar.

 

Personalmente tuve la suerte y el privilegio de pertenecer a una familia dedicada a los medios de comunicación, el arte y el entretenimiento; y por la cercanía, contacto y el momento histórico en que la radio, la televisión y la música se convertían en los grandes fenómenos del siglo XX, decidir mi vocación profesional no me fue tan difícil.

 

Lo mismo sucedería con mis contemporáneos y en mi generación: los médicos, abogados, arquitectos y pilotos aviadores proliferaron en un mercado laboral que podía sustentar el desarrollo y éxito de estas profesiones.

 

Pero el “boom” de los medios masivos de comunicación, la tecnología y las crisis económicas en las siguientes generaciones previas al tercer milenio, cambió las aspiraciones de los jóvenes y las expectativas de quienes buscaban en su carrera un medio de prosperar y destacar a través del estudio. El aspirar a ser actor, cantante o publicista, pero también licenciado en relaciones internacionales, ingeniero industrial, contador, administrador, economista o asesor financiero, se convirtieron en las profesiones de moda, y el mercado laboral se vio saturado y esto fue el primer indicio de que la vieja idea de que elegir una buena carrera, titularte y entrar a una buena empresa te resolvería el futuro. Así surgió el anhelo de convertirse en “yuppie” (young urban profesional people por sus siglas en inglés).

 

Entonces llegó el “crash digital” y los panoramas emergentes del ecosistema laboral comenzaron a generar innovadores campos de desarrollo, nuevas carreras y espacios profesionales (como ser manager de medios digitales, desarrollador de plataformas web, analista de data digital, o ingeniero en mecatrónica), que hasta entonces no se habían visualizado en el radar de quienes se dedicaron a dirigir la vocación profesional de los jóvenes estudiantes.

 

Sin embargo, para estos adultos jóvenes de la generación millennial, el panorama hasta antes del 2020 no fue nada optimista y de alguna manera las costumbres, pensamiento y rituales generacionales que los caracterizan (como el modelo DINK -o no kids, double income-, el síndrome Peter Pan, retrasar el “volar” cada vez más tarde del nido familiar) se convirtieron en aspectos cada vez más generalizados entre las tribus juveniles del siglo XXI. 

 

Según la plataforma “Welcome to the jungle”, especialistas en el tema del coaching laboral, es recurrente que los jóvenes de entre 25 y 35 años a menudo “se hayan sentido frustrados porque en sus entornos laborales no han tenido oportunidad de aportar el valor que les habría gustado y han desarrollado trabajos muy por debajo de sus posibilidades. La percepción generalizada es que en las Universidades, solo perdieron el tiempo, pues la realidad laboral es, precisamente, una jungla a la cual llegaron prácticamente desnudos”.

 

 

Pero cuando tras dos décadas del tsunami digital nos estábamos ya acostumbrando al impacto de la tecnología en el mundo laboral ocurre la pandemia y el futuro se convierte en una incógnita en progreso marcada por la incertidumbre.

 

Ahora que ya estamos vislumbrando un tiempo de “desconfinamiento” a nadie es ajeno que el panorama es desolador y hasta cierto punto es por demás decir que nuestro mundo está de cabeza. Lo cierto es que el coronavirus nos ha enseñado lo frágiles que son muchos de nuestros sistemas políticos, económicos o sociales, y cuánto dependían nuestras vidas normales de cosas que dábamos por hecho, como poder salir de casa e ir a trabajar.

 

Nadie nos lo esperábamos y aunque algunos especialistas lo advirtieron, el planeta no estaba preparado. No obstante, la tecnología digital, los medios virtuales y el e-commerce se convirtieron en una herramienta que hasta cierto punto aligeró, y lo sigue haciendo, la problemática aguda que representa la parálisis económica, social y educativa de este 2020.

 

Las perspectivas han cambiado tras el shock pandémico. Los niños y jóvenes llamados “centennials” o “generación Z” nacidos entre 1995 y el 2010, quienes ya están en el momento de decidir su presente universitarios o están a punto de entrar de lleno en el mercado laboral, no la tienen nada fácil.

 

 

Al respecto hay que señalar que según la prospectiva de los estudiosos en el tema, la pandemia propulsó exponencialmente la llamada “cuarta revolución industrial” o la  interacción de la tecnología virtual y la inteligencia artificial en los ámbitos cotidianos, y esta nueva normalidad abre una brecha muy marcada entre el antes y el después en el futuro laboral al que se deben de enfocar los jóvenes que aspiran a desarrollarse profesionalmente, y hay que estar muy atentos al respecto.

 

John Pugliano, autor del libro: "Vienen los robots: una guía de sobrevivencia humana para ganar dinero en la era de la automatización", augura que "cualquier trabajo que sea rutinario o predecible, será hecho por un algoritmo matemático en cinco o 10 años más", y según sus predicciones las carreras tecnológicas como Informática o Ingeniería serán las de mayor demanda en el futuro próximo; los estudios relacionados con el sector sanitario y la ecología son una apuesta segura y con la contaminación siendo uno de los mayores problemas, estudiar Ciencias Ambientales podría ser una muy buena opción para los jóvenes centennials, pero también el desarrollo de otro planeta, el planeta virtual de las redes y la seguridad cibernética son recomendables para alcanzar el éxito profesional.

 

Pugliano también señala que: "hay áreas que tienen que ver con el contacto humano que son irremplazables por algoritmos como los psicólogos, psiquiatras o distintos tipos de trabajadores sociales”, lo cual se explica por la problemática en cuestión de salud física y mental que quedará como secuela pandémica.

 

Sin embargo, en el contexto de un futuro tecnológicamente dirigido me parece importante señalar que el arte, el espectáculo y el aprovechamiento del tiempo libre a través del entretenimiento, son profesiones que se convertirán en actividades muy importantes en un futuro que se vislumbra deshumanizado, monótono y cada vez más impersonal.

 

Siempre he pensado que el único chip que nunca se podrá crear es el chip de la creatividad y el algoritmo del espíritu.

 

No cabe duda que vienen tiempos difíciles y más para nuestros hijos, pero es un hecho también que un tema nunca cambiará y es la disyuntiva entre trabajar para vivir o vivir para trabajar; y por supuesto mi respuesta y consejo es el mismo que expresara el recién fallecido, genial humorista y filosofo Quino, en palabras de Mafalda:

 

” Trabajar para ganarse la vida. ¿Pero por qué esa vida que uno se gana tiene que desperdiciarla en trabajar para ganarse la vida?”.