Una tribu sospechosista
y conspiranoica
Quinto Elemento
No. 20
por Luis de Llano Macedo
9 DE NOVIEMBRE DE 2020
La semana pasada, mientras avanzaba la votación que elegiría al nuevo presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, y todo parecía indicar que el demócrata Joe Biden tenía ya un pie en la Casa Blanca, Donald Trump expresó en la sala de prensa presidencial un mensaje sin precedentes: “Si contamos los votos legales, ganamos fácilmente. Si cuentas los ilegales, nos van a tratar de robar”.
Con los ojos del planeta puestos en uno de los procesos electorales más cerrados de la historia norteamericana y las cámaras transmitiendo en vivo y directo a nivel nacional e internacional, repentinamente el mensaje fue interrumpido por las cadenas ABC, CBS y NBC bajo la consigna de que el presidente estaba mintiendo.
Esta actitud no sería la primera ni la última que los medios de comunicación vetarían bajo la premisa de que Trump estaba mintiendo con relación a la carrera por reelegirse, pues Twitter tan solo un día antes, decidió bajar el post que denunciaba la falsificación de papeletas en California.
Por supuesto, los trumpistas y su líder de inmediato comenzaron a sospechar que “todo se trataba de un complot orquestado por los poderes fácticos de la dictadura profunda e invisible”, y de esta manera surgió una más de las teorías conspiratorias que desde siempre han querido dar respuesta a sucesos que parecen no tener explicación lógica, o si la tienen, tratan de darle un giro hipotético bastante imaginativo que se propaga rápidamente bajo el esquema de la “rumorología”.
Pero aceptémoslo: alguna vez en la vida todos hemos leído o escuchado alguna de estas teorías de la conspiración que llega a nosotros como una noticia sensacionalista, un rumor o incluso como un “chisme”, y de alguna manera la suspicacia es parte inherente de nuestra genética como seres humanos y se dice que “la curiosidad mató al gato”, lo cierto es que el ser curioso es una característica que logró que los primeros homínidos bajaran de árbol, irguieran su cuerpo y se arriesgaran a aventurarse por un planeta del cual millones de años después reclamarían como suyo, por ser la especie más inteligente y más “chismosa” de la creación.
“Es un secreto y no se lo digas a nadie” o “no sé si sea cierto, pero escuché por allí que…” son casi siempre las palabras que anuncian un chisme: ese sabroso platillo al que cada uno le agrega su propio condimento…
El chisme multiplicado en forma masiva es la base de la “rumorología”, un deporte extremo que como estrategia política puede acabar con la vida privada y la fama pública de quien ni siquiera lo sospecha, aunque muchas veces sea él mismo quien “siembra” ese rumor, como en el caso de Trump y sus conspiranoicos.
De una manera puntual una conspiración se refiere a la unión de varios sujetos bajo unos fines comunes, para arrebatarles a otros el poder, pero cuando alguien construye una conspiración que no existe, pero es posible, aunque difícilmente comprobable, se dice que esta es una teoría de la conspiración.
A través de la historia, la creación de teorías conspiratorias han sido una constante que obedece al principio de la Lex Parsimoniae o reduccionismo metodológico explicado por el filósofo y fraile franciscano inglés del siglo XIV, Guillermo de Ockham a quien se atribuye el concepto de la “Navaja de Ockham” que expresa que “cuando dos teorías en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja”, y surge por el hecho de que mediante ese principio “se afeitaba como una navaja las barbas de Platón”, en referencia a las complejas explicaciones con las que el filosofo griego intentaba aplicar a las cuestiones más simples.
De alguna forma, esta “Navaja de Ockham” ha perdurado a través de nuestra historia, pero a partir del siglo XX y cuando la comunicación se convirtió en un fenómeno masivo, el simplismo ha proliferado, sobre todo en quienes prefieren encontrar una explicación más sencilla, aunque parezca inverosímil a sucesos que escapan a su entendimiento y por ello caen en el perfil de lo sospechosamente incomprensible.
Entre las “Teorías de la conspiración” más famosas e increíbles, podemos mencionar:
La llegada del hombre a la Luna en julio de 1969 fue un montaje digno de Hollywood, y que la fotografía de la bandera de Estados Unidos que se ve en la foto parece estar ondeando al viento es la mejor prueba del engaño.
Hitler no se suicidó tras perder la guerra, logró escapar en avión y aterrizó en un campo de patatas en la provincia española de Galicia, y de ahí viajó en submarino hasta Argentina.
Paul McCartney murió y fue suplantado por un doble. La teoría del “Paul is dead” (frase que se escucha al poner en reversa el final del tema Revolution 9) y bajo esta pista macabra se asegura que el bajista del célebre grupo The Beatles habría desaparecido en extrañas circunstancias en 1966 y que, para no interrumpir la buena marcha del grupo, se habría introducido un doble que se habría hecho pasar por él hasta nuestros días.
Los Annunaki, un grupo de dioses de la antigua civilización sumeria fueron extraterrestres que crearon al Homo Sapiens, especie a la que decidieron proteger y utilizaron la ingeniería genética para ello, pues necesitaban de esclavos para recoger oro, mineral que serviría para calentar su planeta llamado Nibiru y hacerlo más habitable. Esta leyenda procede de una interpretación de las tablas sumerias que realizó el antropólogo Zecharia Sitchin.
La Tierra es plana. Esta suposición, sorprendentemente, cuenta aún con numerosos adeptos a los que se les ha llamado “terraplanistas”. Todo lo comenzó el escritor Samuel Robotham que, a finales del siglo XVIII, publicó The Earth, not a globe. En él exponía la hipótesis de que la Tierra es en realidad un disco plano rodeado de un anillo de hielo y gobernado por dos “luminarias”.
Bin Laden no murió. Muchas personas creen que la ejecución del terrorista internacional más buscado de principios del siglo XXI fue un montaje y que el líder de Al-Qaeda continúa vivo. Su cadáver habría sido arrojado al mar Arábigo tras su muerte en 2011 y no se difundieron imágenes de su cuerpo sin vida, a excepción de una fotografía que parece ser manipulada. No obstante, no hay pruebas sólidas para respaldar esta teoría de la conspiración. Por supuesto, en ese sentido hay muchas personalidades de las que se “sospecha” no murieron, sino que decidieron simular su muerte para dejar de ser víctimas de los medios de comunicación, como, por ejemplo: Michael Jackson, John Lennon, y más recientemente Juan Gabriel.
El Área 51 esconde extraterrestres. Hay muchos que afirman que esta instalación del Gobierno estadounidense destinada a probar varios proyectos de aviones secretos situada en el desierto de Nevada, es en realidad un laboratorio en el cual se realizan todo tipo de pruebas secretas con extraterrestres; y es tan extendida esta creencia que el año pasado se reunieron en las afueras de estas instalaciones centenares de seguidores de la teoría OVNI tras una convocatoria organizada a través de Facebook que no tuvo mucho éxito que digamos.
Pero quizás la teoría de la conspiración más extendida, y que adquiere mayor relevancia en estos tiempos de pandemia (en donde se dice que la vacuna contiene un nanochip controlador) y la caída de Trump (de quien se dice que es un alienígena reptiliano), es la de Los Iluminati, un grupo de intelectuales, una élite social que gobernaría el mundo a espaldas del resto de los humanos. Políticos, artistas, científicos, empresarios e importantes personalidades con mucha influencia formarían parte de este exquisito grupo, que manejaría datos desconocidos para el resto y movería los hilos de la sociedad desde la sombra a través, posiblemente, de reuniones secretas.
Su signo más distintivo es la pirámide con un ojo, que aparece en los billetes de un dólar, en los cuales se incluyen la fecha en la que se fundó y el lema en latín “Novus ordo seclorum”, que significa “nuevo orden de las Eras”, que dicho de otra manera es el “world restart” que se espera marque una nueva era a partir del año 2021 en la 51ª Reunión Anual del Foro Económico Mundial que reunirá a los dirigentes mundiales de los gobiernos, las empresas y la sociedad civil, así como a las partes interesadas de todo el planeta post pandémico.
Por supuesto, las teorías de la conspiración han tenido una gran acogida y este hecho ha generado toda una cultura “conspiranoica” que ha generado innumerables films, libros, series e inclusive hay canales de televisión como History Channel o Nat Geo cuyo contenido programático como “Alienígenas Ancestrales”, “Inexplicable con William Shatner” o “Tras las huellas de Hitler” tienen gran demanda. En México no podemos dejar de mencionar a la icónica y sensacionalista Revista Duda publicada por editorial Posada que en los años 70 causó furor y no pocas noches de insomnio en sus lectores.
No olvidemos que hace apenas 200 años la humanidad se burlaba de Charles Darwin y su selección natural, y hace poco más de 100 lo mismo sucedía con Albert Einstein y su famosa ecuación E=MC²; hasta que su aplicación nuclear literalmente “explotó” ante los incrédulos ojos de una curiosa manda de “changos” que bajó de los árboles para asombrarse y desde entonces, no hemos dejado de asombrarnos y pensar que “nada es verdad, nada es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”.
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