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Quinto Elemento por: Luis De Llano

 

Quinto Elemento

 


 

 

El día que la tierra se detuvo... otra vez.

 

 

LUIS DE LLANO M. | 22 DE JUNIO DE 2020

 

Ya son las nueve de la mañana de este primer lunes del regreso a la “nueva  normalidad” post pandémica, inicia ya el verano, y pese a que la amenaza del COVID-19 aún flota en el aire (pues su cura aún no existe y la normalidad es un concepto bastante extraño y disruptivo), mis colaboradores y yo hemos decido tomar al “toro por los cuernos” y retomar nuestra labores después de casi 10 semanas de haber puesto una pausa obligada por las circunstancias.

 

Por común acuerdo, nuestra oficina permanecerá cerrada algunos días más, ya que el semáforo oficial aún está en fase roja, pero quizá un poco por salud mental y un mucho por reanudar  los proyectos que se quedaron pendientes, este lunes he invitado a mis colaboradores más cercanos: Vicky, Claudia, Any, Edgar, Gerardo y Heriberto a reunirnos en mi casa, pues la verdad es que ya nos extrañamos y echamos de menos estar activos y laborando.

 

En punto de las nueve de la mañana suena el interfón y el portero del edificio me anuncia que hay alguien en la puerta preguntando por mí. Por supuesto, no dude en responderle “dígales que suban, por favor…”, pues de seguro se trataba de alguien de mi equipo de trabajo, ya que son  bastante puntuales.

 

Unos cuantos minutos después, suena el timbre de mi departamento y con una taza de café en la mano me dirijo a la entrada, quito los seguros y al abrir la puerta lo que veo me sorprende tanto que no puedo evitar dar un saltito hacia atrás, regar un poco de café en el piso, y abrir los ojos y la boca como platos, y es que la imagen no era para menos:  Frente a mí, en la puerta de mi hogar aparecieron dos extrañas figuras, la primera de ellas  vestida de pies a cabeza con un mono de color plateado y una extravagante careta cubriéndole el rostro; y detrás, otra figura humanoide vestida totalmente de negro con una máscara de plástico; y ambos personajes me saludaban con familiaridad y una voz distorsionada por las máscaras, mientras agitaban las manos cubiertas con guantes.

 

Después de un instante de mutua sorpresa en que todos nos quedamos congelados por la reacción, la risa “rompió el hielo” y acto seguido tras darnos un abrazo a distancia, este par de alienígenas involuntarios, que efectivamente resultaron ser: Claudia y Gerardo, quienes entraron a mi casa seguido por un protocolo que incluyo: despojarse del traje protector, limpiarse los zapatos en un tapete sanitizado, aplicarse a conciencia un gel a base de alcohol en las manos y cambiar sus caretas plásticas por un cubrebocas más ligero. 

 

Confieso que mi primera reacción al recibirlos en la puerta fue el reflejo de mi fanatismo por los temas de ciencia ficción y no pude dejar de pensar en la palabra “Klaatu” cuando los vi y ya que estaban cambiados y nos sentamos en la mesa les platiqué el porqué de mi sorpresa, pues la imagen de ellos cubiertos como astronautas me recordó un film clásico de extraterrestres estrenado en 1951 titulado en México “El día en que la tierra se detuvo”, pero sobre todo la escena en donde se abre la puerta de una nave espacial y de ella descienden dos seres, un plateado robot gigante llamado GORT (Gran Organismo Robótico Transcibernético por sus siglas) y un alien vestido de negro,  con figura humana de nombre Klaatu cuya misión era alertar a los humanos de una inminente crisis global.

 

 


Gort y Klaatu

 

 

Este film obtuvo un Globo de Oro en 1952 y fue todo un fenómeno en Hollywood, pues se trataba de un historia apocalíptica que tenía que ver con una amenaza planetaria que pone en jaque a toda la humanidad haciendo evidente nuestra incapacidad de reaccionar colectivamente como una sola especie, logrando un acuerdo más allá de nuestras diversidades.

 

El film sería versionado en el año 2008 teniendo a Keanu Reeves como protagonista extraterrestre y además de la analogía con estos tiempos de crisis global, lo más interesante es que al final de la película el ente robótico alienígeno que amenaza con acabar con los terrícolas, congela gracias a un misterioso rayo de luz todo aquello que mueve a la humanidad. 

 

La analogía no puede ser más exacta, y aunque la novela “Farewell to the Master” fue escrita por Harry Bates en 1940 y el film original tiene algo así como 7 décadas de haber triunfado en las carteleras planetarias, la moraleja parece que aún no ha sido asimilada en nuestros días. 

 

El hecho de que los grandes maestros del género ciencia ficción se han convertido en los profetas de este tercer milenio ha sido uno de los temas recurrentes en los textos y las columnas editoriales que de manera personal y en varios diarios he tenido el gusto de compartir con ustedes, y perdón por la insistencia, pero no lo puedo evitar pues todos los días las noticias, buenas o malas, catastróficas o alentadoras, me siguen dando la certeza que el ayer es lo de hoy, y el mañana no tiene otro límite más que el de nuestra propia imaginación y capacidad de asombro. 

 

Con mucho gusto e ilusión les comparto hoy mi nueva serie de relatos al que he decidido titular: Quinto Elemento, y este se refiere a un acontecimiento y descubrimiento ocurrido los primeros días de junio de este año 2020, que quizás para muchos pasó desapercibido, pero que sin lugar a dudas resultará un hito histórico, cuando un  grupo de científicos dio a conocer, por medio de la revista Nature, que se ha logrado crear el quinto estado de la materia, dentro de la Estación Espacial Internacional de la NASA.

 

Y es que  este anuncio se confirma la existencia de un nuevo estado de la materia  que no es sólido, líquido o gaseoso y cuyas implicaciones abren la posibilidad a un “salto cuántico” a la ciencia y la tecnología en aspectos tan futuristas como la teletransportación o el uso de la energía gravitacional. 

 

Por otra parte, el quinto elemento, o la “quintaesencia” es un concepto que surge a partir de la filosofía aristotélica que nos explica la existencia de lo etéreo o intangible, lo cual en estos días de crisis globalizada ha puesto a nuestra sociedad ante el espejo, y nos ha hecho reflexionar en que frente a aspectos de nuestra cultura que privilegia lo material, lo inmaterial como la empatía, la solidaridad, la resiliencia, el pensamiento asertivo, los valores humanistas y los vínculos que nos unen con nuestra familia y sociedad son trascendentales para vivir, y sobrevivir a esta nueva era post pandémica. 

 

De alguna manera, este tiempo está marcado por la evolución de la tecnología cuántica, el salto hacia una sociedad que se comunica,  opera,  labora, consume y se relaciona a distancia a través de las redes intangibles, la amenaza latente de un enemigo viral invisible y el amanecer de una era en donde los valores y fortalezas espirituales adquieren una nueva y poderosa dimensión. 

 

Y todo este es el Quinto elemento, el tiempo en que lo intangible, lo que va más allá de lo material y todo aquello que no podemos ver pero sabemos que está allí, como el miedo y las secuelas del virus ya sea biológico o informático, pero también todo aquello que surge de nuestra mente y espíritu, como el amor, el conocimiento, la esperanza, la asertividad o la resiliencia, están allí, motivándonos a seguir adelante,  dejando atrás los  recientes días en que la tierra y nuestra humanidad nos detuvimos por unos cuantos meses.

 

Antes de terminar les quiero pedir que por favor, se cuiden tanto o más que Clau y Gerardo, y no salgan sin su traje de Klaatu en estos los tiempos de la nueva normalidad, sea cual sea el color del semáforo preventivo. 

 

Gracias por compartir conmigo su atención y aquí nos leemos como todos los lunes en el Quinto Elemento.

 

Sean ustedes bienvenidos y ¡arriba corazones!, qué aún tenemos mucha vida, mucha energía y muchas cosas buenas para echar a andar nuestro mundo, una y otra vez o las veces que hagan falta.

 

 

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